miércoles, 8 de febrero de 2012

Nos acostumbramos.

Nos acostumbramos a vivir en nuestra cada y a no tener otra vista que no sean las ventanas de los edificios que nos rodean. Y como estamos acostumbrados a no ver más que ventanas y edificios, nos acostumbramos a no mirar afuera. Como no miramos hacia afuera, nos acostumbramos a no abrir del todo las cortinas. Nos acostumbramos tanto que nos olvidamos el sol, olvidamos el aire, olvidamos el paisaje. Nos acostumbramos a esperar un "no puedo" en el teléfono. A sonreír sin recibir una sonrisa de vuelta. A ser ignorados cuando necesitamos ser vistos. Si el trabajo resulta duro, nos consolamos pensando en el fin de semana. Y cuando llega el fin de semana, nos aburrimos y deseamos que llegue para ir a trabajar. Nos acostumbramos tanto a este estilo de vida, que parece que estamos ahorrando vida por miedo a gastarla, y al final, nos olvidamos de vivir.

La muerte está tan segura de su victoria que nos da toda una vida de ventaja.

No hay comentarios:

Publicar un comentario